CELESTINO CUADRI EN LAS VENTAS
SESENTA AÑOS DE CASTA Y BRAVURA
 
 

Mucho y bien se viene hablando de los éxitos cosechados en los últimos años en la madrileña plaza de Las Ventas por la ganadería de Hijos de Celestino Cuadri Vides y que le han reportado no sólo innumerables trofeos y galardones sino la admiración de los aficionados.

    Vamos a tratar de hacer un recorrido por el paso del hierro triguereño por la considerada primera plaza del mundo, recordando sus más de treinta actuaciones a lo largo de cincuenta cinco años de historia, en las que han predominado, especialmente en los últimos años, los festejos mayores aunque, en un principio, llegó a lidiar hasta cinco novilladas en los primeros años de existencia de la ya legendaria ganadería.

    El debut de la ganadería triguereña en la plaza de Las Ventas se produjo el domingo 8 de abril de 1956, en el quinto festejo de la temporada y segunda corrida de toros de la campaña... En aquella ocasión solo se pudieron lidiar cinco toros al ser rechazado uno en el reconocimiento, por lo que fue reemplazado por otro del hierro de Tomás Prieto de la Cal, que salió en quinto lugar.

    Las reses de Cuadri pesaron, por orden de salida fueron Brujito, de 497 kgs., Curioso, de 513; Berraquillo, de 517, Marismeño, de 556 y Bravío, de 525 kgs. respectivamente, mientras que en canal dieron 312 kgs., 303, 325, 340 y 332 respectivamente, con un promedio de 320,5 kgs.

    Los encargados de lidiar esta corrida fueron Victoriano Posada, de negro y oro (pitos y silencio), Mario Carrión, de verdegay y oro, que confirmó la alternativa (palmas y petición de oreja con vuelta al ruedo) y Luis Parra “Parrita, de rosa y oro (protestas y palmas con siseo). Además, intervino el rejoneador portugués Manuel Conde, ante un novillo de Fermín Bohórquez, que fue ovacionado por los tendidos que registraron media entrada.

    Respecto al juego de los cuadri, el crítico Felipe, del diario ABC; señaló “que el bicho que rompió plaza hizo una pelea seria con los montados, de los que recibió tres varas que acusó al fin, aplomándose en la faena de muleta; el segundo, bien armado, sufrió tres puyazos malos del varilarguero de turno y, en su embestida, se comportó con claridad; el tercero, hondo, pero recogido de cabeza, achuchó porque no se le aplicó la lidia que requería; el cuarto, poderoso aunque escaso de codicia, derribó repetidamente en los encuentros con los caballos de lo que llegó a salir rebrincando, se dolió en banderillas y cabeceó en la faena de muleta; y el último, al que se protestó por parte del público no sabemos si porque hizo una salida poco alegre o porque renqueó entumecido, si bien no acreditó bravura frente a los de caballería, con la gente de a pie se mostró noble y fácil".

    El cartel estuvo formado por Luis Díaz, de azul y oro (silencio en los dos); Manuel Blázquez, de rosa y oro (petición con vuelta y vuelta al ruedo) y el mejicano Mario Granero, blanco y oro (palmas y silencio). Los dos últimos hicieron su presentación en Las Ventas.

    Los encargados de lidiar esta corrida fueron Victoriano Posada, de negro y oro (pitos y silencio), Mario Carrión, de verdegay y oro, que confirmó la alternativa (palmas y petición de oreja con vuelta al ruedo) y Luis Parra “Parrita, de rosa y oro (protestas y palmas con siseo). Además, intervino el rejoneador portugués Manuel Conde, ante un novillo de Fermín Bohórquez, que fue ovacionado por los tendidos que registraron media entrada.

    Respecto al juego de los cuadri, el crítico Felipe, del diario ABC; señaló “que el bicho que rompió plaza hizo una pelea seria con los montados, de los que recibió tres varas que acusó al fin, aplomándose en la faena de muleta; el segundo, bien armado, sufrió tres puyazos malos del varilarguero de turno y, en su embestida, se comportó con claridad; el tercero, hondo, pero recogido de cabeza, achuchó porque no se le aplicó la lidia que requería; el cuarto, poderoso aunque escaso de codicia, derribó repetidamente en los encuentros con los caballos de lo que llegó a salir rebrincando, se dolió en banderillas y cabeceó en la faena de muleta; y el último, al que se protestó por parte del público no sabemos si porque hizo una salida poco alegre o porque renqueó entumecido, si bien no acreditó bravura frente a los de caballería, con la gente de a pie se mostró noble y fácil.”

    El cartel estuvo formado por Luis Díaz, de azul y oro (silencio en los dos); Manuel Blázquez, de rosa y oro (petición con vuelta y vuelta al ruedo) y el mejicano Mario Granero, blanco y oro (palmas y silencio). Los dos últimos hicieron su presentación en Las Ventas.

    Tras esta presentación, en la década de los 50, la ganadería de Celestino Cuadri acudió otras cuatro ocasiones a la plaza madrileña aunque fuese para lidiar novilladas.Los encargados de lidiar esta corrida fueron Victoriano Posada, de negro y oro (pitos y silencio), Mario Carrión, de verdegay y oro, que confirmó la alternativa (palmas y petición de oreja con vuelta al ruedo) y Luis Parra “Parrita, de rosa y oro (protestas y palmas con siseo). Además, intervino el rejoneador portugués Manuel Conde, ante un novillo de Fermín Bohórquez, que fue ovacionado por los tendidos que registraron media entrada.

    Respecto al juego de los cuadri, el crítico Felipe, del diario ABC; señaló “que el bicho que rompió plaza hizo una pelea seria con los montados, de los que recibió tres varas que acusó al fin, aplomándose en la faena de muleta; el segundo, bien armado, sufrió tres puyazos malos del varilarguero de turno y, en su embestida, se comportó con claridad; el tercero, hondo, pero recogido de cabeza, achuchó porque no se le aplicó la lidia que requería; el cuarto, poderoso aunque escaso de codicia, derribó repetidamente en los encuentros con los caballos de lo que llegó a salir rebrincando, se dolió en banderillas y cabeceó en la faena de muleta; y el último, al que se protestó por parte del público no sabemos si porque hizo una salida poco alegre o porque renqueó entumecido, si bien no acreditó bravura frente a los de caballería, con la gente de a pie se mostró noble y fácil.”

    El cartel estuvo formado por Luis Díaz, de azul y oro (silencio en los dos); Manuel Blázquez, de rosa y oro (petición con vuelta y vuelta al ruedo) y el mejicano Mario Granero, blanco y oro (palmas y silencio). Los dos últimos hicieron su presentación en Las Ventas.

    Tras esta presentación, en la década de los 50, la ganadería de Celestino Cuadri acudió otras cuatro ocasiones a la plaza madrileña aunque fuese para lidiar novilladas.

    La primera de ellas se jugó el 28 de octubre de 1956, y los novillos dieron, en canal, un peso de 271 kgs., 270, 239, 306, 271 y 284 kgs. respectivamente, con un promedio de 273 kilos.

    En dicho festejo intervinieron Juan Gálvez, de gris y oro (palmas y dos avisos), Emilio González Garzón, de gris y plata (aplausos y un aviso) y el debutante Lorenzo García Castilla, de verde y oro (palmas y pitos y silencio). Respecto a las reses hay que señalar que estuvieron sobradas de presencia y con temperamento, superando a los actuantes.

    No tardaron en repetir los novillos triguereños por cuanto se volvieron a lidiar en la tarde del 17 de marzo de 1957, en la apertura de la temporada en la plaza venteña, que registró un lleno en sus tendidos. Las reses pesaron en canal 258 kgs., 265, 257, 294 y 312, con promedio de 274 kilos.

    El cronista sevillano Felipe escribió respecto del comportamiento de las reses que “la materia prima, de buena calidad, la suministró el ganadero Sr. Cuadri quien, en tres festejos corridos en el circo de la carretera de Aragón, ha ganado un prestigio merecido. Los novillos, de preciosa estampa y limpia armadura, satisficieron a los aficionados y se prestaron, en conjunto, para las mejores suertes. El que rompió plaza, distraído de salida, corrió ampliamente por la arena sin encontrar un capote capaz de reducir su carrera, luego padeció muchas intervenciones, no siempre eficaces, salvo las del subalterno Martín Cao, entró cinco veces a los caballos, fue mal picado y terminó empujando con algún nervio; al segundo le castigó con alevosía y dureza el varilarguero de turno en dos sangrientos encuentros, el bicho embistió suavemente a los engaños y ofreció a la gente de pie colaboración muy satisfactoria; el tercero, que también salió distraído y al que tampoco se le redujo la embestida inicial, soportó dos varas largas y quedó claro para los de infantería; el cuarto, picado muy aceptablemente por José Luis Atienza, acometió con rectitud y sin malicia; recibió tres varas el quinto, de amplia cornamenta y vistoso trapío y el sexto, codicioso para los montados, que le pusieron tres puyazos a cambio de una caída, se prestó a mejores suertes que las que le practicaron”.

    Al año siguiente, concretamente el 27 de julio de 1958, vuelven los novillos de Celestino Cuadri Vides a la plaza de Las Ventas. En esta ocasión, el cuarto fue devuelto por cojo y reemplazado por otro de Juan Antonio Álvarez. Las reses triguereñas tuvieron “romana y trapío, aunque se agotaron pronto en su lucha con los varilargueros. Se aplaudieron el primero, el tercero y el sexto. En general, los novillos estuvieron mal picados y peor pareados y llegaron al último tercio con muchas dificultades para unos novilleros sin experiencia.”

    Encargados de su lidia fueron Manolo Blázquez, silencio y aplausos; el venezolano Sergio Flores, saludos y silencio; y Juan Cabello, pitos en su lote. Los dos últimos debutaron en la plaza madrileña.

    No fue buena la novillada lidiada en la tarde del 17 de julio de 1960 por cuanto las reses de Celestino Cuadri salieron “mansas y difíciles”, según Antonio Diaz-Cañabate, por lo que el festejo resultó “espeso y un pesado aburrimiento gravitaba sobre la plaza”. Tampoco resultaron muy lucidas las actuaciones de Adolfo Aparicio, Antonio de Jesús y el valverdeño Manuel Naranjo, que hizo su presentación en Madrid, con una actuación calificada como de “muy valiente” y en la que resultó herido en la región perineal y en la glútea.

    La leyenda de la ganadería de Celestino Cuadri había comenzado a gestarse en Madrid, donde, tras su brillante presentación, lidió, en estos primeros años, cuatro novilladas, en la que, salvo en la última, había gustado a los aficionados que empezaron a fijarse en esta joven ganadería donde ya se vislumbraba el trabajo que realizaba su propietario.

    Disminuye la presencia durante un tiempo

   
La década de los 60 no fue muy fructífera para el hierro triguereño por cuanto tan sólo compareció en tres ocasiones en Las Ventas, aunque hay una fecha inolvidable, la del 17 de mayo de 1970, día en la que la ganadería de Celestino Cuadri Vides debutaba en la feria de San Isidro.

    El 19 de marzo de 1961 se corrió una novillada con reses de la divisa blanca, amarilla y morada en una tarde invernal, con llovizna, nubes grises y aire fresco, por lo que los graderíos no aparecieron muy cubiertos.

    No fue buena la novillada por cuanto segundo y tercero salieron mansos mientras que el quinto también mansurroneó. Cuarto y sexto cumplieron mientras que el mejor fue el primero que tomó dos varas, derribando con coraje antes de tomar otras dos. Tomás Sánchez fue silenciado en su lote; El Suso paseó el anillo en su primero y silenciado en el quinto; y Facultades perdió las opciones de triunfo por el mal uso de los aceros.

    Tardaron las reses de Cuadri en volver en Madrid por cuanto hubo que aguardar nada menos que siete años para volver a lidiarse en Las Ventas. En esta ocasión fue el 1 de septiembre de 1968, tarde en la que actuaron mano a mano Vicente Fernández “El Caracol” y Víctor Manuel Martín. Al inutilizarse un toro, fue reemplazado por otro de Tomás García Castaño y, al ser devuelto el cuarto, lo sustituyó otro de Alonso Moreno, completándose el cartel con la actuación del rejoneador Antonio Ignacio Vargas, quien lidió un novillo de Miguel Zaballos.

    Los toros de Cuadri tuvieron una buena presentación, con algo de genio y fiereza que no fue dominada por los actuantes, destacando el que salió en quinto lugar, que fue el más dócil de un encierro en el que no brillaron ni el alicantino ni el torero charro.

    El 17 de mayo de 1970 es una fecha recordada en la Casa Cuadri por cuanto supuso la primera aparición en la feria de San Isidro. Aquel día, la corrida fue lidiada por Pedrín Benjumea, José Falcón y Sebastián Martín “Chanito”, actuando además el rejoneador Fermín Bohórquez con una novillo de su casa.

    El festejo resultó muy accidentado porque Pedrín Benjumea fue volteado en su primero pero no pasó a la enfermería hasta acabar con él. Los médicos le apreciaron una herida de 15 centímetros en el tercio superior de su muslo izquierdo que produjo destrozos en los músculos abductores y contusionando el paquete vascular, siendo calificado su estado como grave. El lusitano José Falcón también fue cogido y hasta que no remató a su oponente no acudió a la enfermería donde fue atendida de una herida de diez centímetros en la región glútea izquierda que produjo destrozos en el músculo glúteo mayor y puntazos corridos en el muslo izquierdo y en la región nasal, siendo calificado como de menos grave su estado.

    Por estos percances, el salmantino Sebastián Martín “Chanito” mató cuatro astados paseando el anillo tras acabar con los toros tercero y sexto en un festejo en el que las reses no llegaron a romper aunque demostraron tener movilidad y fiereza que no fueron superadas por los espadas, acostumbrados a realizar el toreo que se acostumbraba realizar a los borregos de la época.

    Los triunfos traen consigo las repeticiones

    Hasta en siete ocasiones pisaron el inmenso ruedo venteño los toros de Celestino Cuadri durante la década de los 70, aunque no siempre pudiera lidiarse la corrida completa. Y ya el hierro triguereño había logrado la admiración de los aficionados madrileños, entusiasmados por el juego y, especialmente, la casta, que ofrecían las reses.

    La primera de las apariciones en esta década se produjo el 16 de julio de 1972, en un festejo clásico veraniego en Las Ventas. El cartel estuvo conformado por Joaquín Bernardó, Sánchez Bejarano y Raúl Sánchez además del rejoneador Moreno Silva, quien lidió un astado de Martínez Benavides.

    Las reses pesaron 560, 558, 555, 566, 552 y 631 kgs. respectivamente. No presentaron mucha casta y pelearon desigualmente con los montados y algunos tiraron peligrosas tarascadas, aunque todos llegaron a la muerte sin abrir la boca después de haber sido fuertemente castigados.

    Bernardó, con el primero que fue mansote y no tuvo una embestida clara, no estuvo muy dispuesto y, al fallar con las espadas, recibió un aviso mientras que en el cuarto, un auténtico marmolillo, estuvo más decidido. Bien a secas estuvo Sánchez Bejarano con el primero de su lote, que había derribado en varas, y en el otro, que fue muy blando, su lucimiento quedó empañado por el mal uso de los aceros y fue aplaudido en su lote. El toledano Raúl Sánchez cortó una oreja de su primero, un animal que no le proporcionó grandes problemas y en el que cerró plaza, grande y con poder pero que, al no ser bien picado, hizo que llegara a la muleta bronco y áspero, fue aplaudido. Moreno Silva, por su parte, fue silenciado tras su intervención.

    Hubo que esperar tres años para la vuelta de los toros triguereños a Las Ventas. Y el 6 de julio de 1975 ya se anunciaba a nombre de Hijos de Celestino Cuadri. Se comentó que esta corrida había sido desechada por los veterinarios en el mes de abril al faltarle a algunos toros el peso reglamentario. 

    En esta ocasión, se lidió una corrida muy bien presentada y que resultó encastada y brava, destacando las reses que salieron en segundo, cuarto y sexto lugares. El cuarto fue muy noble, tomando con estilo dos varas y tuvo un largo recorrido en la muleta mientras que el sexto se fue para arriba y demostró la enorme bravura que llevaba en su sangre.

    Confirmó la alternativa Carlos Escolar “Frascuelo” que salió con dignidad del trance por cuanto sus compañeros Curro Fuentes y Antonio Rojas acabaron en la enfermería con graves cornadas.

    El conquense Curro Fuentes también tuvo una aceptable actuación aunque, cuando lidiaba al sexto fue herido, sufriendo una cornada en el triángulo de Scarpa de quince centímetros que destrozó los músculos abductores, siendo calificada de menos grave. Por su parte, el manchego Antonio Rojas estuvo a merced de su oponente y, al tercer intento con la espada, fue cogido, sufriendo una cornada en el muslo izquierdo de treinta centímetros, con grandes destrozos y fortísima hemorragia, siendo calificado su estado de muy grave.

    Un año más tarde, concretamente el 22 de agosto de 1976, volvieron los cuadris al coso madrileño. En el reconocimiento previo de los anunciados toros de Tomás Prieto de la Cal se rechazaron dos toros, que fueron reemplazados por otras tantas reses de Cuadri y que salieron en quinto y sexto lugares. Los toros, que fueron encastados y temperamentales y ofrecieron emoción, algo que había faltado durante todo el festejo.

    El murciano Alfonso Romero, que confirmó la alternativa, se afligió con el cuadri y pasó ni pena ni gloria mientras que el abulense Pepe Ibáñez, tras superar en algunas fases a su oponente, estuvo muy mal con los aceros y recibió los tres avisos. Completó la terna el alicantino El Caracol.

    La siguiente aparición de la divisa comprovinciana fue en la cuarta del ciclo isidril del año 1978, festejo celebrado en la tarde del 16 de mayo, con Dámaso González, Paco Alcalde y José Ortega Cano en el cartel. Se lidiaron cinco toros onubenses y completó el encierro uno del Jaral de la Mira.

    La corrida tuvo cuajo y mucha bravura y puso en jaque a la terna que no pudieron superar las condiciones de las reses. Dámaso dio dos vueltas al ruedo tras serle denegada la oreja de su primero y escuchó palmas en el otro; Paco Alcalde, que desperdició la nobleza de su primero, fue silenciado mientras que Ortega Cano naufragó al estar inseguro con el único cuadri que mató y oyó un aviso. 

    Un año después, en 1979, también el 16 de mayo, y en la quinta del abono madrileño, con Manolo Amador, Dámaso González y Manuel Ruiz “Manili” en el cartel, con floja entrada en los tendidos. El lote de Dámaso González fue devuelto y sustituido por otros dos toros con el hierro de Gerardo Ortega.

    El primer toro fue muy bravo y con cuajo, que tomó cuatro puyazos largos, demostrando su casta y en la muleta tuvo una embestida larga, noble y templada, repitiendo las arrancadas, cualidades que no fueron aprovechadas por Manolo Amador que, además, estuvo pesado con las espadas, por lo que fue avisado mientras que en el cuarto demostró que su reaparición no aportaba nada. Por su parte, Manili se encontró con un primer toro suave y flojo mientras que el que cerró plaza fue noble aunque algo apagado, siendo aplaudido por la voluntad puesta. Por su parte, Dámaso González pasó sin pena ni gloria.

    El 28 de junio de 1979 se celebró una nueva edición de la Corrida de la Prensa y, en esta ocasión, fue un concurso de ganaderías, en el que se contó con una res de Cuadri. Había expectación por su juego, pero el animal defraudó porque salió distraído, hizo una pelea vulgar con los montados y no tuvo vibración en la muleta. Con él, pasó desapercibido Gabriel de la Casa, quien actuó aquella tarde junto a José Fuentes y José Antonio Campuzano.

    La década se cierra el 23 de mayo de 1980, en la décima del ciclo isidril, con, Dámaso González, José María Manzanares y El Niño de la Capea en el cartel. Se lidiaron cuatro de Cuadri y dos, que salió en cuarto y quinto lugares, de Pablo Mayoral. El primero de la tarde fue flojo de remos; el segundo fue noble y encastado; el tercero tuvo clase y no fue aprovechado; y el sexto también tuvo mucha nobleza. En conjunto los actuantes, pese a que Manzanares y Capea cortaran una oreja por coleta, no supieron aprovechar las buenas condiciones que ofrecieron las reses triguereñas.

    Amplia presencia de Cuadri en Las Ventas en la década de los 80

    La década de los 80 ha sido, sin duda alguna, la de mayor presencia del hierro triguereño en el coso madrileño por cuanto hasta en diez ocasiones se lidiaron reses herradas con la H en Las Ventas.

    La primera ocasión fue en la tarde del 2 de junio de 1981, en la vigésima corrida del ciclo isidril. El conjunto de las reses lidiadas fueron bravas y alegres en el caballo, metiendo muy bien los riñones y derribando a varios picadores, como también tuvieron cuajo aunque, quizás, algo atacada de peso. La corrida tuvo casta, clase, estilo y nobleza pero, sin embargo, no fue aprovechada en todo por sus lidiadores.

  Ángel Teruel no terminó de aprovechar su lote, especialmente su segundo, que tuvo clase y nobleza, al que toreó en las tablas cuando el animal pidió el centro del ruedo. Por su cuenta, dio la vuelta al ruedo en su segundo. A José María Manzanares padre le faltó ligazón en su quehacer tras dejar bonitos pases sueltos, dividiéndose las opiniones en su primero mientras que le pitaron en el otro, un animal apagado con el que el alicantino no estuvo a gusto. Emilio Muñoz no llegó a acoplarse con su primero, que le punteó los engaños, mientras que en el que cerró plaza logró algunos pases sueltos largos y templados ante un animal que no se paró, siendo despedido con palmas.

    Con otro cartel de lujo volvieron los cuadri a Las Ventas en la tarde del 22 de mayo de 1982, en la novena de la feria de San Isidro. Manolo Vázquez, Antoñete y el mejicano Jorge Gutiérrez, que confirmó la alternativa, compusieron la terna para lidiar un encierro encastado, con movilidad y que llevaron la emoción a los tendidos. Manolo Vázquez estuvo decidido con el primero de la tarde al que mató de un bajonazo y en el otro le faltó decisión por lo que fue abroncado. Antoñete pudo cortar la oreja a su primero pero falló con la espada, por lo que dio una aclamada vuelta al ruedo y, en el quinto, abrevió para justificarse. Jorge Gutiérrez no se acopló con el de la ceremonia y, en el que cerró plaza, un buen toro, le toreó con soltura, dando la vuelta al ruedo.

    Unos días después, el 19 de julio de 1982, se celebró la histórica Corrida de la Prensa, con un concurso de ganaderías, en la que se indultó a “Belador”, de la ganadería de Victorino Martín. En aquel festejo se lidió un astado de Cuadri que fue lidiado por José Ortega Cano. El animal resultó manso y no posibilitó el lucimiento de su matador. Como compañeros de Ortega Cano actuaron Manolo Cortés y José Antonio Campuzano.

     Una tercera comparecencia de las reses triguereñas en el ruedo venteño en el mismo año se produjo el 17 de septiembre de 1982, en la segunda corrida de la Feria de Otoño. Tres toros tuvieron que ser rechazados al resultar dañados los pitones en las tareas de desencajonamiento. Los que salieron aquella tarde a la plaza, un total de ocho toros, lidiándose dos toros de Cuadri, otros dos de Chopera y otros tantos de Terrubias, renquearon mucho y arrastraron los cuartos traseros entre las protestas de los tendidos.

    Los mejores fueron los de Cuadri, bravos y con clase. Uno, que se lidió en segundo lugar le correspondió a Paco Ojeda que lo toreó con mucha emoción, sometiéndole por el pitón derecho, pero falló a espadas. El otro le correspondió a Luis Reina que puso mucha voluntad pero le faltó clase, siendo ovacionado. Completó la terna Emilio Muñoz.

    No fue bueno el encierro de Cuadri lidiado en la undécima de la feria isidril, celebrada en la tarde del martes 24 de mayo de 1983 pues los toros fueron sosos, apagados, mansos y llegaron sin movilidad al último tercio. Ángel Teruel fue pitado en su lote además de avisado en su primero; Dámaso González fue ovación además de oír un recado presidencial en el segundo mientras que Emilio Muñoz fue silenciado en uno y ovacionado en el que cerró la tarde.

    En la tarde del 14 de agosto de 1983 estaba anunciada una corrida, para rejones, de Diego García de la Peña pero, en el reconocimiento, fueron rechazados, cuatro toros, por lo que el encierro se completó con dos astados de Cuadri, lidiados en los dos primeros lugares, y otros dos de Lizardo Sánchez. Las reses triguereñas tuvieron clase y nobleza suficientes para haber sido lidiadas en una corrida a pie. Luis Miguel Arranz tuvo una buena actuación pero marró con los aceros, siendo ovacionado mientras que Diego García de la Peña (hijo del ganadero anunciado) no estuvo muy afortunado fallando, además, con los rejones de muerte, por lo que fue avisado por la presidencia y pitado por los tendidos al acabar su actuación.

    Para la corrida extraordinaria de la Beneficencia del año 1984, celebrada en la tarde del 15 de junio, se eligió un encierro de Cuadri, aunque, en cuarto lugar, se lidió uno de Núñez. Las reses triguereñas fueron ásperas, mansearon, tuvieron mal genio a excepción del quinto, manifestaron sosería y sentido además de flojear y no ofrecieron facilidades a los espadas. Antoñete fue pitado en su primero; José María Manzanares recibió ovaciones al concluir con cada uno de su lote y Julio Robles fue silenciado en uno y aplaudido en el otro.

    La decimonovena corrida de la feria isidril de 1985, en la tarde del 2 de junio, contó con toros de Cuadri, aunque dos ellos – el tercero y el sexto - fueron devueltos por flojos y reemplazados por otros tantos de Cortijoliva. Las reses triguereñas estuvieron excesivamente gordas y mostraron mucha flojera. Emilio Muñoz fue silenciado en su lote, abroncándose a la presidencia por no haber devuelto al cuarto; Curro Durán, tras silenciársele en uno, se le ovacionó en el quinto. Manolo Cascales, con el lote de reemplazo, tampoco estuvo afortunado.

    Veinte días después, concretamente el 22 de junio de 1985, volvieron las reses de Cuadri a Madrid. En esta ocasión, para un festejo de rejones. No fue bueno el encierro enviado, destacando la nobleza del que cerró plaza. Curro Bedoya y Luis Miguel Arranz, en sus actuaciones individuales, dieron la vuelta al ruedo mientras que por colleras saludaron; los portugueses Manuel Jorge de Oliveira y Joaquín Bastiña fueron silenciados en sus actuaciones.

    Hubo que aguardar hasta el 19 de junio de 1988 otra presencia de los toros triguereños en Las Ventas. En esta ocasión, las reses, cinqueñas, estuvieron muy bien presentadas y astifinas, siendo muy toreables las lidiadas en segundo, tercero y quinto lugares mientras que las restantes presentaron dificultades, especialmente primero y cuarto. Lucio Sandín fue avisado en el que abrió plaza, oyendo también una bronca mientras que en el otro fue silenciado; José Luis Seseña, vuelta al ruedo y ovación; y José Luis Bote (que lidió un sobrero de Jiménez Pasquau) ovación y aviso.

    Tras esta corrida vendría un amplio período de tiempo sin que el hierro de Hijos de Celestino Cuadri compareciera en la primera plaza del mundo. Hubo que esperar hasta el 28 de abril de 1991.

    Madrid empieza a enamorarse de los Cuadri

    Después de tres temporadas de ausencia, la ganadería de Cuadri vuelva a Las Ventas en el año 1991 y, a partir de entonces, ha estado prácticamente todos los San Isidro gracias a los éxitos obtenidos en el ruedo madrileño que les permitieron convertirse en uno de los hierros preferidos por la afición. En esta década, las reses triguereñas estuvieron anunciadas en nueve ocasiones aunque tan sólo se lidiaron en ocho festejos.

    El retorno en la tarde del 28 de abril de 1991 constituyó un espectacular éxito, con un encierro muy bien presentado y de lidia muy interesante, siendo toreables los tres primeros mientras que los lidiados en cuarto y quinto lugares presentaron dificultes y el que cerró plaza, que había sido recibido con una fortísima ovación, fue el que presentó mayores dificultades. En suma, una corrida que dejó huella en la afición madrileña y que había servido para superar el bache por el que había atravesado la ganadería.

    Con ellos, César Rincón fue silenciado en su primero y ovacionado en el cuarto; Raúl Zorita, que confirmó la alternativa, silencio y pitos tras dos avisos; y Enrique Ponce, ovación y palmas de despedida.

La historia no se repitió al año siguiente, cuando la corrida se lidia como vigesimotercera de la feria, en la tarde del 31 de mayo de 1992 por cuanto los toros, muy bien presentados, mansearon en el caballo, siendo el mejor el tercero, que llegó a la muleta con temperamento y nobleza. Con ellos, Dámaso González, ovación y silencio; Tomás Campuzano fue silenciado en su lote mientras que Rafael de la Viña, tras serle solicitada la oreja, paseó el anillo mientras oyó algunos pitos en el que cerró el festejo.

    También como vigesimotercera se lidió la corrida triguereña en la feria de 1993, concretamente en la tarde del 30 de mayo. Los toros fueron muy ofensivos, muy bravos, con problemas y dificultades y, sobre todo, con un gran trapío, peleando muy bien y con codicia con los caballos, especialmente el quinto, el famoso Clavellino, que hizo una espectacular pelea en varas. Segundo, tercero y cuarto tuvieron fijeza y nobleza mientras que el sexto fue deslucido. Una gran corrida que mereció la ovación de los espectadores que obligaron a saludar al mayoral José Escobar desde el centro del ruedo.

    El mejicano Mariano Ramos fue pitado en su lote mientras que se le silenció en el que mató por Mariano Jiménez; Pepín Jiménez, silencio y palmas mientras que Mariano Jiménez fue cogido por su primero que le infirió una herida en el tercio medio de la cara interna de su pierna izquierda, con una trayectoria hacia arriba y hacia atrás de quince centímetros, que produjo destrozos en el músculo gemelo así como traumatismo en el hombro derecho, siendo calificado su estado como grave por el equipo médico.

    No pudo ser tan exitosa la corrida del año 1994, lidiada el 8 de junio como vigesimosexta de la feria por cuanto los toros fueron duros y correosos, pero encastados. El que cerró plaza blandeó de manos por lo que fue devuelto y reemplazado por uno de Murteira Grave. Luis Francisco Esplá, silencio y ovación; Víctor Mendes, aviso y pitos; Óscar Higares, aviso y una oreja.

    En 1995, también en la vigesimosexta tarde isidril, la corrida se lidió el 7 de junio. Los toros estuvieron muy bien presentados, quizás con exceso de kilos – el promedio estuvo muy cercano a los 600 kgs. – pero fueron encastados, violentos y correosos, por lo que la emoción no faltó en ningún momento. Luis Francisco Esplá, ovación y silencio; El Niño de la Taurina, silencio y pitos y Óscar Higares, silencio y palmas de despedida.

    Otra tarde triunfal protagonizaron los toros triguereños en la vigesimosexta de la feria de San Isidro, celebrada en la tarde del 5 de junio de 1996. La corrida fue seria, estuvo muy bien presentada, brava y encastada, desarrollando un juego excelente en conjunto, propiciando el éxito si caer en la embestida pastueña, destacando el excelente ejemplar, herrado con el número 1, de nombre “Poleo”, que fue premiado con la vuelta al ruedo.

El cartel estuvo compuesto por Luis Francisco Esplá, Víctor Mendes y el mejicano Manolo Mejía quien, precisamente, durante el primer toro fue cogido al intentar colocar un par, siendo asistido en la enfermería de “herida incisocontusa en la región frontoparietal izquierda de diez centímetros de extensión” y también de una fuerte conmoción cerebral, que le impidió continuar la lidia, por lo que el festejo quedó en un mano a mano.

    Esplá fue silenciado en su primero y perdió la oreja en los otros dos al fallar con los aceros, siendo avisado en el quinto. La labor del portugués Mendes quedó silenciado, además de recibir un aviso en el que cerró plaza.

    En la lluviosa tarde del 4 de junio de 1967 se celebró la vigesimoquinta del abono isidril, con los cuadris, que comenzó con un cuarto de hora de retraso debido a la reparación del ruedo. Las reses triguereñas fueron espectaculares en el caballo, especialmente el tercero de la tarde, llamado “Sacristán”, pero las reses tuvieron movilidad e interés aunque algo peligrosa en la muleta. Gustaron los toros y, al finalizar el festejo, el mayoral José Escobar se vio obligado a saludar para corresponder a los aplausos de los espectadores. Luis Francisco Esplá, palmas y pitos; Miguel Rodríguez, aviso y silencio en su lote; y Pepín Liria cortó una oreja al tercero y fue silenciado en el otro.

    La corrida de Cuadri del año 1998 estaba gafada. Para empezar, varios de los toros que estaban apartados para Madrid resultaron muertos en el campo a consecuencia de las peleas entre ellos. Al diezmar el encierro, los ganaderos decidieron no comparecen en Madrid en la fecha en la que se descubrió un azulejo conmemorativo del éxito de la temporada anterior. En ese festejo, vigesimoquinto de San Isidro, celebrado el 3 de junio de 1998 salieron al ruedo nada menos que once toros de cinco hierros distintos a causa de las diversas devoluciones que se fueron produciendo.

    Tampoco fue bueno el encierro lidiado el 6 de junio de 1999, en la vigesimocuarta de feria. El primero fue devuelto por falta de fuerzas y reemplazado por un sobrero de Astolfi, con el que confirmó la alternativa Eduardo Dávila Miura que oyó un aviso en el de la ceremonia y cortó una oreja en el que cerró plaza. Raúl Gracia “El Tato” recibió algunas palmas en uno y fue pitado en el otro mientras que Javier Vázquez fue silenciado tras ser avisado en el segundo de su lote.

    La corrida pecó de estar sobrecargada de carne, por lo que rodaron por la arena en más de una ocasión entre la decepción de los espectadores. Los intentos por embestir de las reses se vieron imposibilitados por esa escasez de fortaleza y poco lucimiento dejaron entrever.

    El 7 de junio de 2000, como vigesimoquinta de la feria, volvieron a comparecer los cuadris en Madrid. En quinto lugar se lidió un sobrero de Criado Holgado. Las reses triguereñas estuvieron bien presentadas y fueron muy serias pero mostraron mucha blandura en los primeros tercios y dieron un juego desigual. Luis Francisco Esplá resultó cogido en su primero sufriendo una cornada en el triángulo de Scarpa del muslo derecho, con una trayectoria ascendente de 20 cms., que interesó piel y tejido celular subcutáneo con contusión de la arteria femoral; contusionen el hombro derecho; erosión en región frontal y conmoción cerebral, siendo calificada como grave. Pepín Liria fue avisado en sus dos primeros astados y silenciado en los otros mientras que José Pacheco “El Califa” saludó en uno y fue ovacionado en el otro.

    La ganadería Cuadri, en esta década, había entrado plenamente en Madrid, pero aún quedaba por delante la consagración en los siguientes años.     

    Fogonero, Aragonés y Frijonero, nombres para la historia

    La llegada del nuevo siglo supuso un estrechamiento en la relación entre la afición madrileña y la ganadería de Hijos de Celestino Cuadri, que se va convirtiendo en una de las favoritas de la afición por los éxitos que sus toros van cosechando en el coso de la calle Alcalá.

    Y, en esta década, con muy buenas corridas lidiadas, también hay nombres que han quedado en el recuerdo de los aficionados. Tres de ellos – Fogonero, Aragonés y Frijonero – han quedado inmortalizados en los azulejos que el Ayuntamiento de Madrid dedica a los toros más bravos de cada San Isidro, permaneciendo así en la memoria de los aficionados.

    Dos comparecencias en Las Ventas tuvo la ganadería triguereña en el año 2001. La primera de ella, en la tradicional Corrida del 2 de mayo que, en esta ocasión, fue un concurso de ganaderías, en la que también participaron reses de Guadalest, Hernández Plá, Conde de la Corte, Conde de la Maza y Adolfo Martín, precisamente el ganadero triunfador con el toro “Malagueño”.

    La res triguereña, bien presentada, peleó fuerte en el caballo, llegando incluso a derribar al piquero, pero después se paró en el tercio final. Ante la misma, Luis Francisco Esplá estuvo insistente para sacar un rendimiento imposible y, al matar de pinchazo, estocada y descabello, escuchó muchas palmas.

    Dentro del ciclo isidril, la comparecencia tuvo lugar en la vigesimosexta de feria, en la tarde del 7 de junio. Los toros fueron voluminosos, hondos y serios; blandos y algunos inválidos, como el que salió en quinto lugar. El primero, dentro de un conjunto bastante noble, destacó mientras que el que cerró plaza presentó algunas complicaciones.

    El Zotoluco tuvo enfrente al mejor toro del encierro y el mejicano le realizó un buen trasteo con ambas manos aunque le faltó continuidad y fortuna a la hora de matar por lo que todo quedó en una ovación, siendo avisado en el otro. Manolo Sánchez realizó la mejor de la tarde en el quinto, especialmente cuando lo toreó al natural pero no estuvo atinado con la espada y todo quedó en saludos. Raúl Gracia El Tato solo pudo lucirse con el capote ante un lote que se paró mucho en la muleta del maño.

    A la ganadería de Hijos de Celestino Cuadri le cupo abrir la feria del año 2003 después de un año de ausencia en la primera plaza del mundo. El festejo se celebró el día 10 de mayo y las reses tuvieron una extraordinaria presentación y desarrollaron un juego encastado aunque algunos también presentaron una leve flojera. El mejor de todos fue el quinto, muy bravo, teniendo el segundo un buen pitón izquierdo, el cuarto fue el más fiero y al que cerró plaza lo machacaron en el caballo.

    A Carlos Escolar “Frascuelo” las cosas no le rodaron bien y pasó algunos apuros con su lote, especialmente con el cuarto. Finiquitó al bravo quinto que hirió a Manuel Jesús “El Cid”, que fue avisado en su primero, mientras que Javier Castaño fue el más desafortunado con el lote que le correspondió.

    En la vigesimotercera corrida de la feria de 2004, celebrada el 31 de mayo, volvieron los toros triguereños. En esta ocasión fueron muy serios, grandes y hondos; flojos en general. Fueron bravos el segundo y el tercero (de nombre “Fogonero”, que, a la postre sería considerado el más bravo del ciclo, por lo que se le homenajeó en la Venta del Batán con un azulejo) mientras que el quinto fue muy complicado. El cuarto fue devuelto y reemplazado por un sobrero de Lozano Hermanos.

    De toda la tarde destacó la actuación de Curro Díaz en el tercero, al que le cuajó una sensacional faena con ambas manos entre grandes ovaciones para concluir de un pinchazo hondo. La gran petición de oreja no fue correspondida por la presidencia y el de Linares dio una triunfal vuelta al anillo mientras que en el otro fue aplaudido. José Pacheco “El Califa” no pudo lucirse con el desfondado y aplomado primero mientras que Eduardo Dávila Miura toreó muy despegado al bravo segundo por lo que fue pitado y, en el quinto, con algo de peligro, el sevillano tampoco estuvo afortunado ni con la muleta ni con la espada, siendo pitado además de oír un recado presidencial.

    En la aguada y ventosa tarde del 13 de mayo de 2005 y en la tercera de feria se lidiaron astados cuajados, muy serios y hondos, siendo los mejores los que salieron en segundo y tercer lugar dentro de un conjunto que dio un juego duro y peligroso que superaron a sus matadores.

    Confirmó la alternativa Fernando Cruz que puso mucha voluntad en el de la ceremonia pero estuvo muy mal con los aceros por lo que, además de ser avisado, fue silenciado. Muy valiente en el sexto buscó el triunfo ante un animal que le dio pocas facilidades, escuchando algunas palmas. Fracaso total de Francisco Rivera Ordóñez, quien fue abroncado en sus dos toros al inhibirse de la lidia y dejar que los masacraran en el caballo. Tampoco estuvo muy atinado Iván García con el buen tercer toro, escuchando algunas palmas mientras que en el quinto, al que también le pegaron en exceso, no encontró lucimiento siendo silenciada su actuación.

    El lunes 29 de mayo de 2006, en la decimonovena corrida de la feria de San Isidro, se lidió una corrida de desigual presentación, con escasas fuerzas y poder, destacando el encastado que salió en quinto lugar. El cuarto fue devuelto y le reemplazó un sobrero de Arucci.

    Lo más destacado de la corrida fue el quinto de la tarde, llamado “Choquero”, un toro pronto, vivo, de alegre galope y encastadas repeticiones al que lució Domingo López Chaves que hizo que el público se decantara por el toro y, tras el mal sudo de los estoques, abroncara al diestro salmantino que había saludado en el otro. José Pacheco El Califa estuvo mal con el que abrió plaza y Javier Valverde solo pudo estar valeroso con su primero, que le cogió sin consecuencias al matar, saludando desde el tercio mientras que en el que cerró plaza, de imponente lámina pero que no se desplazó, se justificó.

    Vigésima corrida del ciclo isidril la celebrada el 30 de mayo de 2007. En esta ocasión, los toros estuvieron muy cuajados y hondos, de serio comportamiento, destacando el segundo (de nombre “Bolo”), muy bueno, y el tercero y sexto mientras que el peor fue el que salió en cuarto lugar.

    Curro Díaz supo aprovechar las excelentes cualidades de su primero pero, sin embargo, falló con el verduguillo, siendo silenciado mientras que al quinto no llegó a entenderlo y, tras ser avisado, fue pitado. Pepín Liria se esforzó con el primero pero el viento le impidió un mayor lucimiento y en el cuarto, muy basto, se lo quitó de encima con rapidez. Completó el cartel Javier Valverde que fue volteado por el tercero al iniciar su quehacer muleteril, largo pero sin mucho lucimiento como su labor con los aceros, por lo que fue avisado y ovacionado por su actuación mientras que pudo estar mejor con el que se cerró el festejo, siendo silenciada su labor.

    En la decimoctava corrida del ciclo madrileño, celebrado el 25 de mayo de 2008, solo se jugaron cuatro toros de Cuadri, que resultaron serios, parados, sin humillar y complicados, excepto el sexto, “Aragonés”, que fue muy bravo tanto ante los caballos como en la muleta y que sería declarado como el más bravo del serial y premiado por el Ayuntamiento de Madrid.

    Carlos Escolar “Frascuelo” resultó herido por el segundo del festejo, de San Martín, siendo operado de dos cornadas, una en la cara posterior del tercio medio del muslo izquierdo con dos trayectorias – una ascendente, de 20 cms., que secciona el músculo bíceps femoral y otra hacia dentro, de 15 cms., que alcanza el fémur contusionando el paquete vasculo nervioso – y otra en la cara interna del tercio superior del muslo derecho con trayectoria descendente de 20 cms. que causó destrozos en los músculos abductores, siendo calificado su estado como grave por el que equipo médico que le atendió.

    El festejo se quedó en un mano a mano entre Iván García e Israel Lancho, que confirmó su alternativa. El madrileño no estuvo afortunado y fue silenciado al acabar con cada uno de sus oponentes, escuchando dos avisos en su segundo y otro en el último de su lote. Por su parte, Israel Lancho quiso pero no pudo hasta que salió Aragonés que le permitió realizar un buen trasteo al natural que no fue premiado por el mal uso de las espadas.

    En el año 2009, la ganadería triguereña no estuvo en la isidrada, aunque ello no significase que compareciera en Las Ventas por cuanto participó en un concurso de hierros con sangre de Santa Coloma. Fue la tarde del 19 de abril y el animal, lidiado en tercer lugar por Sergio Martínez, fue mastodónico al pesar 630 kg., además de ser muy cornalón. La presencia del cuadri afligió a su lidiador, que se limitó a abreviar con rapidez.

    El hierro onubense retornó a Madrid el 24 de mayo de 2010, en la decimoctava del ciclo isidril. En esta ocasión, el encierro fue serio, hondo y con cuajo, dando un interesante juego, especialmente los lidiados en tercer (de nombre “Frijonero”) y quinto lugares. El Ayuntamiento de Madrid concedió el trofeo al mejor toro de la feria de San Isidro a “Frijonero”.

    David Mora perdió una clara ocasión de triunfar con Frijonero, con el que se lució en el recibo de capa y en los inicios de la faena de muleta que fue de más a menos para terminar de un bajonazo, por lo que todo quedó en unas palmas. En el que cerró plaza, que se había pagado, estuvo muy mal con los aceros y fue avisado. Domingo López Chaves no tuvo una lucida actuación siendo silenciado al concluir con cada uno de sus oponentes, oyendo un aviso en el que abrió plaza. Por su parte, Salvador Cortés no entendió las buenas cualidades del quinto, “Ribete” de nombre, y no tuvo lucimiento alguno con su primero, siendo silenciada su labor.

    “Podador”, otro toro para el recuerdo

   
La última comparecencia, por ahora, de los toros triguereños en la plaza de Las ventas del Espíritu Santo madrileña tuvo lugar el jueves 2 de junio de 2011, en la última corrida programada en la feria de San Isidro.

    Una vez más, los toros del hierro de la H llevaron consigo la emoción por cuanto fueron animales serios, encastadados, muy duros para los toreros pero emotivos para los espectadores. A destacar el juego del quinto de la tarde, de nombre “Podador”, que, a la postre, acaparó con los principales trofeos en litigio y, de manera especial, con el premio del Ayuntamiento de Madrid. También hay que destacar la pelea del tercero con el caballo en la que derribó espectacularmente en la primera entrada para meterle los riñones en la segunda y propiciar el éxito del piquero Juan Carlos Sánchez.

    El triunfador de la tarde fue Iván Fandiño que se encontró con un primer enemigo muy encastado al que le realizó un excelente trasteo que no fue premiada porque el animal tardó en caer, por lo que el matador dio la vuelta al ruedo. Después, con “Podador”, un toro que fue recibido con una gran ovación, el vasco lo recibió con buenas verónicas antes de que se luciera el picador Rafael Agudo en un buen tercio de varas. El toro se comía la muleta y el torero vasco consiguió buenos muletazos aunque en algunos naturales se dejó tropezar la muleta. Mucho calor en los tendidos, por lo que al dejar, volcándose, una estocada tendida, fue premiado con una oreja y el reconocimiento de los tendidos madrileños.

    A José Pedro Prados “El Fundi” le correspondieron los dos toros más complicados del encierro. El primero, muy parado y reservón, se quedaba muy corto por lo que el madrileño optó por el macheteo antes de acabar con prontitud, siendo silenciado. Tampoco tuvo opción a mucho lucimiento con el cuarto y todo quedo en unos intentos antes de utilizar mal los aceros. En esta ocasión, desde los tendidos le llegaron algunos pitos.

    Completó el cartel Alberto Aguilar que resultó volteado casi al comienzo de su faena de muleta al tercero, con el que estuvo aseado antes de dejar una estocada corta, teniendo que saludar desde el tercio. En el que cerró plaza, un toro largo y bien armado y que presentó algunas dificultades, el madrileño supo solventar la situación pero estuvo muy mal con los aceros, perdiendo una ocasión de haber sido orejeado. En cambio, recibió un recado presidencial que hizo que los tendidos guardaran silencio en su despedida.

    El público salió satisfecho del festejo porque había tenido la oportunidad de disfrutar de un encierro encastado y que había dado emotividad a la tarde así como con la excelente actuación de Iván Fandiño ante “Podador” y que le serviría para abrirle las puertas de sus actuales éxitos. 

    Al año siguiente, concretamente el 1 de junio de 2012, se anunció de nuevo la ganadería de Cuadri en Las Ventas. Mala suerte en los prolegómenos del festejo pues tres de los nueve toros enviados resultaron dañados, teniendo que ser remplazados por otros llevados con urgencia a Madrid.

    La corrida estuvo magníficamente presentada, con animales grandes, lustrosos, con morrillos rizados pero algunos se apagaron durante la lidia. El primero envistió largo y noble, con la cara alta y se apagó pronto; el segundo lo hizo también con la cara alta; el tercero fue largo al caballo y transmitió emoción; el cuarto fue pegajoso y se quedó corto por ambos lados; el quinto trajo emoción y el último fue suave aunque se apagó muy pronto. Fue una corrida muy seria aunque no salió ningún toro de bandera. No obstante, los espectadores se decantaron por las reses y, al término de la función, obligaron al salir al tercio al mayoral José Escobar para saludar una gran ovación.

    Rafaelillo estuvo correcto con el que abrió plaza pero mató mal. En el cuarto, macheteó dada las condiciones de su oponente y volvió a fallar con los aceros. Y en el que mató por Castaño puso voluntad pero no llegó a los tendidos.

    Javier Castaño fue prendido al perderle la cara a su oponente cuando solicitaba el cambio de tercio y, conmocionado y con mucha voluntad, lidió al animal con mucho esfuerzo, fallando con la espada y recibiendo una fortísima ovación. Luis Bolívar logró buenas series de derechazos pero los tendidos se abrían decantados por el toro, siendo silenciado en su primero y pitado en el otro.

    Algunos datos estadísticos

   
A lo largo de su dilatada trayectoria, la ganadería de Hijos de Celestino Cuadri ha lidiado reses en Madrid en un total de cuarenta festejos, de los que en tres ocasiones fueron en corridas concursos de ganaderías, cinco en novilladas y dos en festejos de rejones.

    En total han sido 219 las reses estoqueadas, de las que 182 han sido toros, 29 novillos y 8 astados para rejones.

    Solo ha habido siete matadores de toros capaces de conseguir cortar una oreja. Han sido, por orden de consecución, Raúl Sánchez, José María Manzanares, Pedro Gutiérrez “Niño de la Capea”, Óscar García Higares, Pepín Liria, Eduardo Dávila Miura e Iván Fandiño. Ningún novillero ni tampoco ningún rejoneador han sido capaces de conquistar trofeos.

    Un total de setenta y un matadores de toros han intervenido en los festejos en los que estuvieron anunciadas las reses triguereñas. El diestro que más veces ha lidiado este hierro en Madrid ha sido Luis Francisco Esplá, que intervino en seis festejos. Con cuatro paseíllos figuran Dámaso González y Emilio Muñoz; con tres Carlos Escolar “Frascuelo”, José María Manzanares padre, Pepín Liria y José Pacheco “El Califa”; con dos actuaciones, Vicente Fernández “El Caracol”, Ángel Teruel padre, Antonio Chenel “Antoñete”, Víctor Mendes, Óscar García Higares, Eduardo Dávila Miura, Raúl Gracia “El Tato, Curro Díaz, Iván García, Domingo López Chaves y Javier Valverde. Y un total de cincuenta y tres solo lo han hecho en una oportunidad.

    Por lo que respecta a novilleros, Manuel Blázquez tuvo dos actuaciones con los cuadri mientras que el rejoneador Luis Miguel Arranz también suma dos paseíllos en la plaza de Las Ventas para lidiar reses de este hierro.

    Hasta diez matadores de toros han sido heridos en estos festejos. Los primeros fueron Pedrín Benjumea y José Falcón, en el año 1970. También hubo dos heridos en el año 1975 y fueron Curro Fuentes y Antonio Rojas. En 1993 resultó herido Mariano Jiménez mientras que el mejicano Manolo Mejía lo fue en el año 1996. Luis Francisco Esplá resultaría alcanzado en el año 2000; tres más tarde lo sería Manuel Jesús “El Cid”; en el año 2008 sería Carlos Escolar “Frascuelo” y, en el año 2012, Javier Castaño.

    Un total de seis toros han sido premiados por el Ayuntamiento de Madrid como el mejor toro del ciclo isidril. En 1993 lo fue Clavellino; en 1996, Poleo; en 2004, Fogonero; en 2005, Aragonés; en 2010, Frijonero; y en 2011, Podador.

    Vicente Parra Roldán