JOSÉ ESCOBAR, ADIOS A UN HOMBRE DEL CAMPO BRAVO
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    Se nos va José Escobar, se nos va como se hace en Huelva según  Toronjo, “que aunque me voy no me voy y aunque me voy no me ausento, y aunque te vas de palabra, no te vas de sentimiento”.

    Con José se nos va un hombre del campo bravo, de nuestro más íntimo  campo bravo. Desde que tenemos uso de razón taurina José ha estado ahí, ejerciendo de sempiterno mayoral de Cuadri. Su conocimiento del campo, de las querencias, de la bravura no lo puede recoger ningún ordenador. En más de sesenta años alrededor del ganado bravo en Comeuñas no ha sufrido un solo percance con la vacada. Dice el ganadero que él ha amado al ganado y que el ganado lo ha respetado, dice José, modesto siempre, que ha sido suerte.

    Con apenas tres días llegó a la finca, el hijo del cabrero. Con muy pocos años se apercibieron de su facilidad para ahijar cada tarde a las más de 250 cabras paridas de las que su padre era responsable y él partícipe, usanza entonces. También Don Celestino se apercibió de sus ojos azules y su pelo rubio “Se parece a Jou, él cow-boy de la película de ayer del  Cine” y Jou se quedó desde entonces para los más cercanos.  Don Celestino, primero, después Fernando,  Luis, Juan, ahora Juan, Antonio Abad, Tino, Fernando…. Tres generaciones de Cuadri que han sabido ver los toros a través de los ojos de José Escobar. Es curioso que oyendo hablar a José Escobar y a Fernando o a Antonio Abad, uno percibe acentos, palabras que les son propias.¡¡Para que luego digan que sólo ser puede ser de la misma familia compartiendo sangre!!

    Dice Fernando Ramos, mayoral en tiempos de Gerardo Ortega y ahora de Millares, que sus vidas han sido muy parecidas, hasta los trece años sólo habían hablado con su familia, viviendo en los chozos del campo, uno con borregos otro con chivitos. Luego el toro los hizo conocer mundo, Francia, las plazas del norte, Madrid. En Madrid es el mayoral que más veces ha saludado, siempre solo, sin un torero que lo invitase o acompañase. La noche que durmió en El Melia Castilla José soñó con su padre, el que dormía en el chozo.

    Dice Fernando Cuadri que con José Escobar los tentaderos estaban resueltos en más del 50 por ciento antes de empezar, José sabía la reata de la vaca, la forma de parir de sus titas, como ligaba su madre con el semental, si la erala estaba  en celo o estaba criando. Daba la información en el momento preciso, siempre a favor de la vacas, “ponla otra vez, que parece que ha querido ir”, si, pero siempre en última instancia pensando en lo mejor para la ganadería a la que amaba hasta  límites que nunca entenderán los animalistas amigos de Walt Disney, y que  sólo pueden comprender quien se ha criado entre animales. Llegaba a enredar con los lotes y los cercados para que hubiera pienso de más y poder echar tres kilos por toro en lugar de dos.

    Valverde nunca olvidará aquel toro que se emplazó en un manifiesto, parecía imposible enchiquerarlo, ya se presumía una corrida sin paseiilo, cuando salió José, apenas percibió el morlaco, su voz, su presencia,  lo miró, él viejo mayoral lo regañó y el burel se metió a los corrales, yo diría que avergonzado.

    En los corrales de Mont de Marsan, este hombre senequista y calmo, llegó a tirarse al cuello del entonces poderoso apoderado de José Miguel Arroyo, Enrique Martín Arranz, cuando hizo derrotar al toro en los corrales con la insana intención de que se astillase, A este hombre del toro sus pupilos nos le los tocaba nadie.

    Por suertes de la afición al caballo mi hijo Manuel tiene un  jaco que domó José y que pasó por las manos de otro tirguereño ilustre como es Miguel Arenas, Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, Mi hijo dice a todo aquel que quiere oírlo que su caballo es bravo por que lo domó Escobar, La otra noche, cuando se enteró que José se jubilaba su pregunta fue dura pero pertinente “Entonces Cuadri va a cerrar”, Pues no, no va acerrar Cuadri, llegará otro que haga las labores y con el tiempo a lo mejor nos acostumbraremos todos, incluso  Manuel, a ver Comeuñas o la Pelá sin Escobar, Nos costará asimilarlo a los mayores, y siempre quedará en nuestro recuerdo la imagen de ese viejo vaquero con un caliqueño impenitente, una palabra amable y todo el misterio de quien lo sabe todo y no calla nada.

    Sirvan estas letras para dar las gracias a José, gracias por ser como eres, por ser de los nuestros, por hacernos amar el campo bravo y por dignificarlo durante seis décadas. Recuerda que jubilación viene de alegría, la tuya y la nuestra por saberte en la Fuente de la Corcha para cuando nos haga falta charlar un rato con alguien que sabe de que va esto.

    Javier García-Baquero  -  http://ambitotoros.blogspot.com.es/

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