VALENCIA  -  FERIA  DE  JULIO   2014
..

FICHA DEL FESTEJO

Ganadería:  Seis toros Hijos de D. Celestino Cuadri.
Corrida honda.  565 kilos de promedio. Salvo segundo y sexto, todos se emplearon en el caballo.
Primero, tercero y cuarto pelearon en la muleta con el estilo de casa: un punto tardas pero casi en tromba las embestidas.
El cuarto, de soberbio fondo, premiado con la vuelta al ruedo. Violento el segundo, con genio. Se aplomaron sin remedio los dos últimos.

Toreros:
Rafaelillo, saludos tras un aviso y dos orejas tras aviso.
Luis Bolívar, silencio tras un aviso y silencio.
Jesús Duque, ovación tras un aviso y palmas.

Dos grandes pares de Joselito Rus al cuarto.

Plaza: Un tercio de plaza. Brisa cálida, estival.

.
TRASTERO, UN CUADRI PARA EL RECUERDO
.

    Trastero se llamaba y se va a llamar durante mucho tiempo. Ese es toro de los que no se olvidan. Negro zaíno, hondo, badanudo, de mirada seria y noble, marcado con el 18 y el hierro de la H tumbada de los Cuadri, bravo como un toro bravo, entiéndase bravo en el mejor de los sentidos o lo que es lo mismo orgulloso, exigente, de los que venden caro el éxito porque los éxitos de los toreros, los auténticos, nunca jamás pueden ser fáciles ni baratos. Trastero fue claro desde el principio, ni hubo que descubrirlo ni andarle con mimos ni monsergas. De salida embistió codicioso a los capotes y ya en el primer puyazo quedó bien a las claras su bravura. Apretó con los riñones, fijo, el rabo levantado de pura codicia, encelado, sin querer abandonar su presa… la reunión fue de las que valen una feria, no quito un ápice, una feria, uno de esos momentos que justifican los desvelos de un ganadero… fue tal la belleza de aquel pulso que un calambrazo de emociones recorrió la plaza. Entiendo que también el ánimo de Rafaelillo, su afortunado matador, que le cuajó un ajustado y torero quite, dos chicuelinas y una media soberbia, porque hay que apresurarse a decir que si Rafaelillo tuvo suerte con Trastero, Trastero la tuvo con Rafaelillo, que anduvo entregado y sincero a lo largo de toda su actuación.

    Aún acudiría Trastero pronto y alegre a un segundo encuentro con Juan José Esquivel, de la misma manera que galopó en banderillas a requerimiento de Joselito Rus y Neiro que le cuajaron un gran tercio con los palitroques para que no faltase de nada. Rafaelillo, que ya había estado asentado y poderoso en el buen primero, le plantó cara con la sinceridad que merecía Trastero. Le ofreció la muleta adelante y abajo y lo llevó largo y sometido y en los momentos clave, en los que a Trastero le afloraba el carácter de su casta indómita, le aguantaba el reto para volverlo a embarcar y tirar de él. No fue faena de exquisiteces porque el toreo tiene muchos matices y a la emoción se llega por la belleza y la inspiración de los toreros, pero también por la emoción que genera un pulso como el de ayer, un bravo contra otro bravo, sinceridad frente a sinceridad. En la línea más bella, para escenificar el dominio del torero sobre el toro, Rafaelillo dibujó tres ayudados por abajo que fueron tres monumentos. Mató de una estocada, se desbordó el entusiasmo, le concedieron las dos orejas y la vuelta al ruedo a Trastero, a tales señores tales honores. Y hablando de señores, la afición descubrió en el tendido al ganadero, Fernando Cuadri, y le obligó a saludar. Lo hizo discretamente, como los hombres de campo, orgulloso y responsable, como para no restar protagonismo a nadie y todo seguido se tapó en su discreción.

    El resto de la corrida también tuvo buena nota. El primero, dormido de salida y altón, una mole, todos saltaron por encima de los quinientos cincuenta kilos, tomaba la muleta con franqueza; el segundo fue una prenda, con todos los problemas que tienen estos toros cuando sacan problemas; el tercero tuvo nobleza; el cuarto fue Trastero, es decir la leche; el quinto apuntaba a bravo cuando ya se había desatado la fiebre torista en la plaza pero se vino abajo y no fue lo que prometía; y el sexto fue noble y parado. Con Trastero en el lote, la nota fue necesariamente alta.

    De Rafaelillo queda dicho que redondeó una excelente tarde. Bien con el primero, que pedía oficio y mucha fe en que por mucho que esperase acabaría tomando la muleta y notable con el gran Trastero. Llegó a la feria bajo las suspicacias que genera siempre estar apoderado por la empresa y se va con el marchamo de triunfador. Para que luego digan/digamos.

    Jesús Duque, el más tierno, pasó la prueba con suficiencia. Su primer toro le sacó literalmente de la plaza en cuanto se abrió de capa, pero superado el trago fue creciendo y resolvió una papeleta que no era nada fácil en quien acaba de tomar la alternativa. A los dos les arrancó muletazos de bonito trazo y a los dos los despachó de sendas estocadas, propias de un especialista, la primera muy lenta, la segunda más contundente. Le pidieron la oreja del primero y fue aplaudido en su segundo.

    Bolívar fue el más desafortunado en el reparto de cuadris. Se llevó los dos más complicados, el primero porque rebañaba y buscaba la presa con saña y su segundo porque se quedaba corto y muchos pensaron que era bravo cuando no lo era.

    José Luis Benlloch.  Aplausos
.
RAFAELILLO Y UN GRAN CUADRI DE VUELTA
.


.

    Se abrochó el ciclo juliano con una corrida torista: Hijos de Celestino Cuadri, hermoso y hondo sexteto. Doce años que no se lidiaban en Valencia. Y Fernando Cuadri, el ganadero, terminó saludando en un tendido alto la ovación que le dio la gente de forma espontánea por el interesante comportamiento de sus toros.

    Este reconocimiento fue, sobre todo, por el juego del cuarto, 'Trastero', un toro bravo. Gran pelea en varas. Con todo iba. El toro de la feria. Enorme Rafaelillo, la faena de la feria, también. Con la capa firmó una media cumbre. Poderoso, listo, artista, se inspiró en los adornos y en el broche, muy torero. Lo toreó con templanza y profundidad en el nudo de la obra. Dos orejas al torero, vuelta al ruedo al toro, arrastre lento y ovación cerrada. La emotividad del toreo, la intensidad de la bravura.

    El que rompió plaza permitió a Rafaelillo gustarse por momentos. Pese a que apenas humilló. Tragó el murciano, con zarpas. Hasta llegó a desmayarse. Quizá hubiera cortado una oreja si mata.

    Luis Bolívar tuvo que vérselas con un difícil segundo. Violento y complejo. El quinto fue algo mentiroso. Académico el colombiano.

    Jesús Duque tuvo que tomar el olivo tras un desarme en el recibo al tercero. Le dieron en el caballo. Cortó una barbaridad en banderillas. Buen prólogo del de Requena doblándose por abajo. Firme el valenciano. El sexto embistió con su nobleza pero sin ritmo. Dormido, a veces. Difícil que prendiera eso.

    SALVADOR FERRER Valencia
.
RAFAELILLO Y "TRASTERO", DE CUADRI, PONEN BROCHE TRIUNFAL A LA FERIA
.
.
EL TRIUNFO DE LA INTENSIDAD
.
.

    Un toro encastado, que embistió con emoción y entrega a la muleta, y un torero honesto como Rafaelillo, que le plantó cara para someterlo, se unieron para crear los momentos de mayor intensidad de una feria de Julio con pocas emociones.

    Tuvo ese "Trastero" mucho mayor fondo de bravura y casta que sus hermanos, y lo mostró arrancándose al caballo de picar con alegría, por mucho que luego su pelea bajo el peto no pasara de discreta.

    Pero el astado volvió a emocionar al tendido al arrancarse al galope a los banderilleros, lo que aprovechó Joselito Rus para clavarle dos pares de sobria, limpia y soberbia ejecución, por lo que fue obligado a saludar junto a sus compañero Pascual Mellinas.

    Ya con el público metido en ambiente en esos dos vibrantes primeros tercios, Rafaelillo citó con la muleta al bravo ejemplar directamente desde los medios, con la voluntad tanto de lucirlo como de fajarse con él en un trasteo que centró todas las miradas.

    Embistió siempre el toro con la cara abajo, aunque pedía sometimiento a cada arrancada: que los vuelos de la muleta fueran siempre a ras de arena, como acertó siempre a responderle Rafaelillo.

    No fueron series largas en cantidad de muletazos, por las pausas a que obligó el viento o porque a veces el toro se quedaba en la suerte si no era conducido hasta el final, pero si que tuvieron una gran intensidad.

    En concreto, la intensidad generada por una embestida entregada y muy seria y un toreo de mano baja, acompañados por los acordes de un pasodoble que la banda tocó con mucho pellizco.

    Así fueron los momentos de más altura de la feria, que se remataron con una gran estocada de Rafaelillo y una larga agonía del toro, que se resistió a doblar obedeciendo a su fondo de casta.

    Finalmente, a manos del torero murciano fueron a parar las dos orejas de "Trastero", arrastrado por las mulillas en vuelta al ruedo antes de que el ganadero Fernando Cuadri se viera obligado a saludar desde el tendido.

    Antes, los repetidos fallos con la espada habían privado a Rafaelillo de cortarle la oreja al primero, que se movió con nobleza, aunque sin demasiado celo, en una faena en la que primó la habilidad del torero.

    A Luis Bolívar le correspondió el peor lote. El segundo se quedó siempre corto, bien ciñéndose o bien defendiéndose a cabezazos, y el colombiano no perdió el tiempo con él. El quinto tardeó y se aplomó pronto, y Bolivar tiró con pulso de las embestidas en un manojo de muletazos que exprimieron al animal.

    La actuación del valenciano Jesús Duque, que tomó la alternativa en esta misma plaza hace apenas cuatro meses, fue más que digna. A pesar de su inexperiencia, el joven espada le puso determinación y buen gusto a un tercero noble, pero sin clase y aplomado, y a un sexto manejable y de poca transmisión.

   (Agencia EFE)
.
TRASTERO,  GRAN  TORO  DE  CUADRI  LIDIADO EN VALENCIA
.
.

    Ayer en Valencia pudimos ver uno de los toros de la temporada, un bravo ejemplar marcado con el nº 18, de nombre Trastero y de la ganadería de Hijos de Don Celestino Cuadri. De esos que te sirven para reconfortar tu afición, como un chute de sabia nueva, que me reafirman como un gran admirador de esta ganadería. Vamos, lo que se ha denominado últimamente por las redes sociales, como un cuadriadicto

    Salió el astado con mucha alegría, con el rabo estirado y embistendo bien al capote de Rafaelillo. En el caballo fue bravo, metió los riñones y la cara abajo. Lástima que no lo dejaran más largo en el segundo encuentro, hubiésemos visto un gran tercio de varas. Destacar una enorme media verónica en el quite.
.
Primera entrada al caballo
.
Enorme media
    Lucido tercio de banderillas y buena faena de muleta, en la que el murciano mandó, templó y remató atrás las embestidas. Cargó siempre la suerte y se mostró muy firme y torero. Una gran faena a un toro que se la merecía.
.
.
    Murió el burel de una gran estocada, pero tardó en caer, demostrando la bravura que atesoraba, incluso yéndose hacia Rafaelillo, que esperaba su muerte sentado en el estribo.
.
.

    El presidente concedió las dos orejas y la vuelta al ruedo a Trastero. Emocionante fue el aplauso espontáneo a Fernando Cuadri por parte de la afición, la piel de gallina. Una lidia que nunca olvidaré, como la de Comino el pasado año en Castellón. Gracias Don Fernando por criar toros como estos!

.
.

    Al resto de la corrida le faltó la casta y fondo que tuvo Trastero. Aunque hubo toros interesantes, ninguno llegó a ser igual que el mencionado. Jesús Duque anduvo muy valeroso ante dos astados muy a menos y Bolívar bailó con el peor lote, aunque por momentos no acabó de dar la lidia que le correspondía a cada uno de sus oponentes.

    Publicado por Paco Moya

"UN EXCELENTE TORO DE CUADRI"

.
.

Vuelta aclamada en el arrastre, dos orejas para un Rafaelillo, resuelto, listo y entregado. Faena a favor del toro. Otros dos toros notables en una corrida desigual

    La corrida de Cuadri fue tan honda como suele. Cuatreños los seis, de muy serio cuajo: los pechos, las cajas, los cuartos traseros, las papadas de pavo, flequillos de garza. Negros zainos todos. La pinta de tizón. Cornicortos y astifinos, las palas grises tan propias de la casa. El gesto frío de partida. La guasa recelosa de un toro que no es por norma pronto, sino todo lo contario. La presencia inquietante. Una cara manera de venderse. Ni siquiera del todo en el caballo aunque apriete y sangre. Menos que ninguno en banderillas porque espera, corta y persigue. Así que toca esperar. Los dos últimos de corrida se aplomaron: el sexto, hasta la exasperación; no tanto el quinto. Hubo, en fin, un segundo de mala nota, violento, revoltoso, de pegar solamente cabezazos. Todo eso.

    Pero hubo, sobre todas las cosas, tres toros de buena nota: un cuarto bravo con ganas, de embestidas en tromba cada vez que se lo propuso o se lo propusieron; un primero de apariencia reservona, porque se lo pensó no poco, pero que tomó engaño por abajo, descolgó y repitió con buen ritmo; y un tercero de particular hondura -más largo que los demás-, maltratado en varas, una primera implacable, interminable, severísima, y una segunda tan trasera como lesiva, y, a pesar de todos esos pesares, un toro de mucha nobleza y hasta cierta elegancia al embestir con sitio para hacerlo y fuera de las rayas, en la zona franca que va del tercio a los medios. Murieron de bravos tercero y cuarto. La muerte de ese cuarto fue singular. No espectacular, pero sí de una resistencia fuera de lo común. Tragando sangre pero sin perder la atención de nada, pendiente de Rafaelillo, que quiso esperar sentado en el estribo para verlo doblar, y no consintió el toro.

    Cuando rodó, derrumbado como épico coloso, se sintió temblar la tierra y la gente prorrumpió en una ovación atronadora. Le dieron la vuelta al ruedo al toro-se llamaba Trastero- y las orejas a Rafaelillo, que se batió el cobre de verdad, se asentó desde el principio, cuando más turbulentas y seguidas fueron las embestidas y supo esgrimir sus armas de torero muy toreado cuando llegó el momento de vérselas tanto con el toro como con la gente.

    De la fijeza del toro, y de la listeza de Rafaelillo, dará idea el hecho de que la faena se jugara en un mínimo espacio de ruedo. Detalle nada común en un toro de Cuadri, que suele exigir faenas cortas y cambios de terreno para no aquerenciarse, enviciarse ni orientarse. Con su fuerza trepidan fue toro muy noble. Las tandas de Rafaelillo -muletazo más corto y ancho que largo y bajo, más de apagar el incendio que de prender la llama- tuvieron por mérito mayor la firmeza y la ligazón. Con los deberes hechos por las dos manos, Rafaelillo se adornó con dos cambiados y dos o tres desplantes del repertorio popular.

    Antes de eso, había hecho intención de rematar alguna tanda mirando al tendido. Tampoco en ese punto quiso trato el toro. Cosa seria la bravura. La estocada fue de gran entrega y no tanta muerte. Después de las vueltas al ruedo del toro y de Rafaelillo, la gente de sombra descubrió en un tendido alto la presencia de Fernando Cuadri junto a un grupo de fieles amigos de su pueblo, Trigueros, provincia de Huelva, y rompió otra ovación que pareció irse abriendo paso palma a palma hasta llegar al destinatario. La humildad del ganadero: no quiso saludar, solo meciendo la cabeza de arriba abajo y abajo arriba hizo un gesto de agradecimiento. Había en la plaza aficionados de Castellón, que son incondicionales de la ganadería. Y también había un par de centenares de Requena, que no estaban por los toros sino por el torero del país, Jesús Duque, que cumplió, muy dignamente.
El tercero de la tarde le hizo tirarse de cabeza al callejón tras dos primeras arrancadas feroces, pero solo fue una falsa alarma. Luego, sangrado y casi molido pero todavía entero el toro, Duque se salió a los medios, se estuvo sereno, dibujó muletazos de bella cadencia y, del todo sobrepuesto, solo pecó de citar demasiado en corto y por fuera cuando el toro ya se había parado. La estocada fue excelente por todo. También la que hizo rodar al apagadísimo sexto.

    La ovación tan cariñosa para Cuadri no fue solo para subrayar la personalidad del cuarto, sino para premiar lo que estaba siendo hasta entonces signo de la corrida, porque primero y tercero habían puntuado lo suyo. Rafaelillo cumplió bien con el primero, que precisó de ir empapado en el engaño y, tuvo, sin embargo, un punto pegajoso. Ni falta ni exceso de confianza del torero murciano, que echó la muleta al hocico en el momento justo, midió el trabajo y no supo redondear con la espada: dos pinchazos, una entera atravesadísima que asomó y una buena estocada al cuarto viaje.
Los dos toros de Bolívar entraron en el cupo de nada que rascar. En particular el segundo, que ni una broma. Con el quinto, esfuerzo denodado pero reiterativo del torero de Cali, que no pasó con la espada y anduvo moroso antes de eso. Morosa fue la lidia de ese toro. Y la del sexto todavía más. Ese borrón en un final de feria bastante más interesante de lo previsto.

    BARQUERITO | VALENCIA.

    28 julio 2.014
.