AZPEITIA (GUIPUZCOA)

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FORMIDABLE CORRIDA DE CUADRI

 

Crónica de Barquerito

1 Agosto 2014

Cuatro toros de muy buena nota dentro de un conjunto de sobresaliente cuajo.

Arrancados e inspirados los tres espadas: Castaño, Paulita y la sorpresa de Sergio Serrano.

UNA IMPONENTE CORRIDA de Cuadri. Volúmenes, cajas, culatas, pechos y  romana: un promedio de 560 kilos. Tres toros de casi 600. Más que el cuajo, insuperable, contó el fondo. La bravura, la seriedad de conducta. Una línea o un estilo comunes, porque la ganadería de Cuadri, pura hondura, es encaste singular. El toro embiste de otra manera.  Un estilo mutante de tercio en tercio y de tramo en tramo.

Una presencia apabullante. Corrida armada, pero ni descarada ni cornalona. Armónicas defensas, armónicas proporciones dentro de un perfil inmenso.

Un primer toro acapachado, de abundante quilla;

Un segundo ensillado, alto de agujas, muy ligero;

Un tercero de perfecto remate, el más bello de los seis y el de más original bravura porque se encampanó unas cuantas veces y hasta después de aplomarse estuvo atento a engaño sin rendirse.

Un cuarto temperamental, que se escupió del caballo de picar, arreó en banderillas más que ninguno y sacó en la muleta elasticidad sorprendente y arrancadas de alto voltaje;

Un quinto de hondura monumental, que apretó desde el primer viaje, peleó en el caballo y derribó de bravo, y más noble que los demás;

Un sexto que escarbó, y fue el único que lo hizo, y se revolvió, y también fue el único. Negros los seis.

La personalidad, por tanto. El ruedo de Azpeitia es diminuto. No llega a los cuarenta metros el diámetro. Se obró el milagro de que matadores y cuadrillas aceptaran que solo saliera a picar un caballo y no los dos. Y por eso, y no solo por eso, los seis toros llenaron la plaza como si la ocuparan desde el momento de asomar hasta la hora del arrastre. Efecto óptico: el ruedo pareció mayor de lo que es. Los seis toros se sujetaron y pelearon sin aquerenciarse ni apretar a querencia.

La idea de cumplir en esta feria tercio de varas con un solo caballo se ha probado brillante. En la única ocasión de serio apuro, cuando el quinto se enganchó por los pechos del caballo y le hizo perder apoyos traseros –y entonces la caída más que el derribo-, un banderillero de la categoría de José Antonio Carretero y un monosabio que demostró cómo debe colearse al toro que se encela con el peto se bastaron para solucionar la papeleta sin que saltaran alarmas. El toro había enterrado los pitones al tomar capa –o sea, que humilló mucho-, se empleó en el puyazo tan accidentado, no se resabió y hasta vino alegre al capote de Paulita en un inesperado quite por chicuelinas rematado con larga y revolera.

Y eso fue una fiesta. Como lo fue el espectáculo entero. Los tres matadores, cada uno de una manera: la entrega de Castaño, el regusto de Paulita, la firmeza de Serrano. La cuadrilla de Castaño; los banderilleros de Paulita, con mención especial de Carretero. La banda de música en tarde de concierto y estrenos; los gaiteros y los chistularis que subrayan los dos primeros tercios. La gente, metida en la corrida de principio a fin. Casi dos horas y media que pasaron sin duelo. Y el aire húmedo y el cielo de gris entreverado que anuncian tormentas.

Sorpresa mayúscula el valor y el temple de un torero tan poco toreado como el albaceteño Sergio Serrano, rescatado del ostracismo y casi olvido. Una apuesta casi redonda. Solo que en Azpeitia no hay triunfo redondo sin espada, y la faena de Serrano al tercero, tan segura y severa, no tuvo remate hasta el tercer intento. La estocada con que el propio Sergio tumbó al sexto fue, en cambio, la mejor de la tarde.

Hábil Javier Castaño con el primero, rebrincado, un punto frágil, traído a la voz y por fuera. Muy celebrada la entrega sin reserva con el trepidante cuarto, que no consentía el menor error y llegó a revolcar al torero leonés. Faena emocionantísima, batalla ganada por el matador. Una notable estocada.

Y Paulita y su ángel de torero artista, más brillante e inspirado en el primer turno –el pellizco de cuatro verónicas, el redondo compuesto con la cintura, el toreo de la firma y la trinchera, el garbo- que en el segundo, porque se puso sin aviso el artista a trabajar. A este quinto lo mató a la primera. Con el otro se atragantó. Muy con él la gente.

FICHA DE LA CORRIDA

Azpeitia. 2ª de feria. Nubes y claros. Sirimiri en el sexto. 3.000 almas. Seis toros de Cuadri, de soberbias hechuras y extraordinario cuajo. Salvo un primero y un sexto apagados, todos se emplearon y dieron juego. Aplaudidos todos en el arrastre.

Javier Castaño, silencio tras aviso y oreja tras aviso.

Antonio Gaspar “Paulita”, saludos tras aviso y una oreja.

Sergio Serrano, palmas y ovación.

En cuadrillas, David Adalid y Fernando Sánchez se desmonteraron tras banderillear al cuarto.

Reportaje fotográfico www.porlasrutasdeltoro.com

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